Recién iniciados en el aprendizaje del Karate nos encontramos con varias dificultades, principalmente por la naturaleza de este arte y por nuestra propia herencia cultural. La primera nos entrega una disciplina que abarca todos los aspectos del ser humano, no sólo nuestra inteligeancia y memoria, sino que también nuestras emociones y nuestro cuerpo. La segunda nos hace difícil aceptar nuestras limitaciones con humildad, pero sin perder el entusiasmo, la paciencia y la constancia.
Al comenzar vamos descubriendo nuestros límites en cuanto a fuerza, resistencia, elongación, coordinación y otros aspectos, pero lo más frustrante es cuando entendemos algo que creemos poder hacer y, sin embargo, no nos resulta y nos sentimos torpes. Esto se debe a que en nuestro sistema educativo desarrollamos los diferentes aspectos, pero en forma separada y, sobre todo, nos dedicamos a lo que hacemos mejor y nos agrada más. Sin embargo para poder avanzar en el camino (DO), tenemos que conseguir la unión armónica entre las diferentes partes que nos componen y desarrollar justamente las que más lo necesitan.
Podemos ver que estos antiguos artes no van en búsqueda solo de la especialización, sino que más bien en el de la universalización.
Siempre habrá algo para lo que seamos mejores y que más nos guste, pero el resultado final será mejor en la medida que vayamos siendo más completos como seres humanos.
Veamos entonces cómo se aprende Karate.
Imitación
En primer lugar se aprende por imitación. En Japón solamente se va copiando, imitando los movimientos que hace el profesor. Esto significa aplicar la capacidad de ver y poder entender. Esta capacidad de observación es propia de los orientales. Es así que para nosotros es muy difícil aprender de esta manera, incluso puede ser un poco peligroso al hacerlo en forma errónea. Nosotros necesitamos alguna explicación u orientación, sin embargo, durante las clases éstas son pocas de manera de incentivar la capacidad de observación. Por eso, muchas veces, ante una duda o pregunta el profesor se limitará a mostrar con una lentitud mayor el movimiento, o por partes. En realidad, mas que aprender un movimiento, lo importante es aprender a captar observando, sin la mediación de una explicación. Quien desarrolla tal capacidad la aplicará en cualquier otra cosa que quiera aprender, teniendo de esta forma mayor capacidad de captación y comprensión. Los beneficios, especialmente para los niños, son evidentes.
En una ocasión, mientras comentábamos con el ingeniero japonés Yoshio Hashimoto esta diferencia en la forma de aprender, y de las adaptaciones que deben hacerse para poder enseñar a personas no orientales, él se reía mucho. Narró que en una ocasión, en que se encontraba en nuestro país entrenando a un grupo de técnicos en sofisticados equipos telefónicos les pidió que realizaran determinada tarea, a lo cual ellos respondieron que no sabían. El, con asombro, les dijo: ¡Pero si me han visto hacerlo durante tres meses! A lo que respondieron:¡Si, pero usted no nos ha explicado nada!
Nosotros necesitamos de muchas explicaciones porque no tenemos la misma capacidad de observación. Es así que no hay que impacientarse cuando uno no entiende bien algo y no se lo explican con detalle. Uno puede tener la impresión de que la clase o la explicación va muy rápido, pero es la forma de estimular la capacidad de captar sin mediación. Muchas veces en la vida nuestra reacción es lenta por no ser capaces de entender la situación. Sin embargo, podemos observar que en otras ocasiones no alcanzamos ni siquiera a pensar, cuando ya hemos actuado. Por tanto tenemos esta capacidad en forma latente.
Repetición
En segundo lugar se aprende por repetición. En el momento que vivimos estamos acostumbrados a las cosas rápidas o instantáneas: Juegos de video, computadoras, internet de banda ancha y tantas otras cosas nos han acostumbrado a lo rápido. Poco contacto tenemos con los fenómenos naturales del crecimiento de las plantas o los animales. Tenemos poco tiempo para cocinar y la tendencia es comer cosas rápidas, alimentos preparados y congelados. Todo esto nos hace impacientarnos cuando algo se demora, no lo entendemos o no nos resulta al primer intento.
Una reacción típica es enojarse consigo mismo, sentirse torpe o ridículo, o creer que no se tienen las condiciones necesarias. Por eso el entrenamiento es repetitivo de manera de desarrollar la paciencia, e ir de a poco adquiriendo la habilidad, la cual sin duda se tendrá, ya que el sistema contiene los métodos para conseguirlo.
Comprensión
En tercer lugar, se aprende por comprensión. Las diferentes demostraciones de los profesores y grados mas avanzados, las explicaciones y, sobre todo, la práctica, nos permitirán comprender la razón, el principio o el fundamento para que cada cosa se haga de una manera determinada.Sin lugar a duda, lo más necesario para aprender Karate, es tener la paciencia suficiente y saber dar tiempo, humildad para aceptar nuestras limitaciones sin enojarnos ni sentirnos torpes y, en especial, tener la constancia y regularidad para permitirle al sistema rendir sus frutos.
Todos estos atributos se van desarrollando regularmente a medida que somos capaces de aceptarnos a nosotros mismos con todas nuestra limitaciones y capacidades y de ponernos en manos de quienes están a cargo de guiarnos en la Senda (DO).
Podríamos resumir diciendo que Karate se aprende observando, imitando, repitiendo y experimentando. Para tal propósito necesitamos paciencia, constancia, humildad y aceptación de uno mismo. También confianza en el sistema y en los profesores. De esa manera avanzaremos sin siquiera darnos cuenta, consiguiendo muchos logros no sólo de carácter técnico sino que, lo más importante, en el aspecto humano
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